Marie-France Prévôt Shapira: Segregación, fragmentación, secesión
Shapira señala que a lo largo de los años ochenta se generalizó el término de “crisis urbana” paralelamente a la imposición de ciertas creencias que marcaron al período populista (integración por medio del asalaramiento y urbanismo planificado). Sin embargo una década antes, en los ‘70, la ciudad era más bien pensada como lugar de progreso y modernidad. Esta noción de “crisis urbana” más que denunciar el disfuncionamiento, destaca el bloqueo del modelo anterior, es decir, “la erosión del pacto social populista que había permitido integrar bajo un modo clientelista y corporativista a los nuevos ciudadanos de la ciudad”. Esto tiene que ver con un cambio del modelo y rol de Estado.
Globalización y metropolización:
Shapira indica que la globalización está compuesta por dos caras de una misma moneda: la metropolización y la tercerización. Así tanto la terciarización de la economía urbana como el desarrollo de los servicios y sector inmobiliario (en función de los nuevos modos de consumo) transformaron la organización social económica y urbanística. La autora analiza tres órdenes de cambio ligadas al inicio de los años noventa y el modelo neoliberal: la nueva estructuración del mercado de trabajo urbano, el desarrollo de grandes proyectos urbanísticos y la pauperización de las clases medias.
Desde los años setenta con la desindustrialización, se produce un cambio en la organización del mercado de trabajo. Luego se agrava en los ochenta con la hiperinflación y recesión que provoca el cierre de industrias y culmina en los años noventa con el plan de convertibilidad, la apertura económica, la privatización masiva y la reforma del Estado. Así el mercado de trabajo se caracteriza por su flexibilización, precariedad y desempleo. Dentro de los municipios más pobres del conurbano, se agrava la situación y disminuye el ingreso por hogar. Mientras tanto, en la periferia norte, hay una inserción activa en el mercado de trabajo y mínimas tasas de desempleo.
Además surge una nueva frontera: el descenso de las clases medias. La profundización de las disparidades en los años noventa dentro de estas, genera una polarización entre la clase media en “crecimiento” y los llamados “nuevos pobres”. Estos “nuevos pobres” son resultado del doble proceso de la caída de las categorías ocupacionales y el aumento de las diferencias salariales entre estas categorías. Este aumento de la pobreza es paralelo al retroceso del Estado y de numerosos sectores (privatización de servicios urbanos, deterioro de educación y salud pública, deterioro de la protección social. Esto para Shapira implica un debilitamiento de la cohesión social.
Luego de viente años de desindustrialización y descapitalización (feterioro de servicios urbanos e infraestructuras y disminución de valor inmobiliario) las obras urbanas se presentan como integradoras de trozos de la ciudad. Así surge una refuncionalización de los “vacíos” urbanos donde se deja la ciudad en mano de desarrolladores y se re-lanza el sector inmobiliario y de la construcción. Un ejemplo de este reciclaje y revalorización de ciertos espacios urbanos es la transformación del mercado de frutas del Abasto en un shopping (consumo). Esto genera una profundización de los contrastes dentro de la metrópolis lo que decanta en una fragmentación del espacio urbano.
La ciudad: entre la fragmentación social y la fragmentación espacial
Si bien la pobreza se encuentra diluida en el conjunto urbano, existe un contorno que la limita (barrios degradados al sur de av rivadavia, villas miserias, ocupaciones de terrenos, etc). Es decir, esta dilución de la pobreza no significa necesariamente uniformización. La espacialización de las nuevas formas de pobreza deben ser pensadas más que en términos de enclave, en términos de gradiente explica Shapira. Es decir, como fenómeno que toca una gran parte del territorio y que acentúa las fronteras entre diferentes barrios (como un fenómeno que se extiende y cruza las fronteras entre los barrios e incluso los islotes).
Shapira habla de la existencia de una tensión clásica entre distancia social y proximidad geográfica entre los grupos. Además explica que “la lectura dual del espacio urbano conviene sustituirla por la de una segregación disociada … que supone el desarrollo dentro de cada grupo, incluso en el interior de cada vida, de las tensiones que eran hasta entonces la herencia de las rivalidades entre grupos”. Esto es a lo que ella llama como una “propiedad fractal” del fenómeno que, a su vez, explica las desigualdades dentro de los territorios. Así el temor a la exclusión, aumenta las lógicas de demarcación. Estas en función de la diferenciación entre un “ellos” y un “nosotros” pueden observarse en las fronteras visibles, rejas, vigilancia privada y casetas de seguridad propias de la clase media.
Con la pauperización y el descenso de las clases medias, además de la diferenciación de los empobrecidos en función de su locación y accesibilidad (en función del centro, transporte y movilidad), se habilitó una nueva diferenciación entre los “verdaderos pobres” y los “nuevos pobres”. Así es que el empobrecimiento y el desempleo rompen con esquema bipolar anterior entre asalariado - pobre asistido. Así se produce una rivalidad entre “los que tienen” (menos pobres) y “los que no tienen” (pobres). Los propietarios que ahora se ven debilitados por la crisis y políticas de ajuste (y por la desvalorización de su espacio por la “amenaza” y “peligro” que genera la pobreza) ya no recurren al Estado, sino a soluciones privadas. Los signos de pertenencia o exclusión de los que se apropian, buscan ocultar y deslocalizar a los pobres:
“A esta divergencia entre los propietarios y los no propietarios, que hace renacer el viejo odio hacia los villeros, se superponen otras múltiples fronteras en el interior del espacio. Las diferencias sutiles en el aspecto del barrio, de las viviendas, del acceso a los servicios, son vistas por los habitantes como los signos de perte-
nencia o de exclusión”.
Estas múltiples fronteras se tratan de estrategias de eludir. Esto imposibilita cualquier idea de comunidad o vecindad ligada a la solidaridad. Estas formas de territorialidad exacerbada e identidad restringida son acentuadas por la reducción de movilidad dentro de la ciudad. Así se liga el concepto de pobreza a la inmovilidad.
Los barrios privados: ¿una forma de desolidarización activa?
A estas estrategias defensivas de las clases empobrecidas se le suma la aparición de formas residenciales: la urbanización privada (privatización del espacio público). Sucede tanto en zonas periféricas como centrales. Shapira se cuestiona si estos barrios privados tienen por fin realizarse como comunidades autónomas, como una utopía “anti-urbana” ya que todo lo que daría cuenta de presencia pública, es privado (escuela, seguridad, salud, etc). Así es que los define como un inmenso archipiélago formado por barrios poco integrados al resto del territorio y entre los cuales se entrelazan relaciones de privilegio y exclusión. Así se conforma una idea de que lo exterior es una amenaza para el sujeto. Y la ciudad ya no es definida como un espacio de civilización, sino como uno más ligado a la delincuencia. Esto implica una secesión* y segregación por parte de un sector que se auto-excluye aumentando la exclusión y la discriminación hacia los que “están afuera”. Así pareciera que el Estado abandona selectivamente en ciertos espacios el monopolio de la violencia legítima. A todo esto se le suma la inseguridad y el discurso de inseguridad que potencia esta desigualdad y militariza el espacio público.
Shapira concluye entonces con que el repliegue sobre los espacios privados de los empobrecidos, el ascenso de la violencia y el temor a la inseguridad contribuyen a este proceso de fragmentación “como si la sociedad debilitada no soportara más la vulnerabilidad de los espacios públicos”. Esto es visible en la presencia de los dispositivos que encierran (rejas, cercos, etc). La nueva geografía social que presenta zonas de gran riqueza y de gran pobreza, exacerba las tensiones y la inseguridad. A su vez, el temor aumenta paralelamente a que las instituciones encargadas de la seguridad se vuelven menos confiables. Esto da lugar a formas de autodefensa así como a formas de territorialidad exacerbadas que fragmentan el espacio urbano. Y los nuevos espacios públicos consisten en espacio de consumo (shoppings) que, a su vez, tienen acceso restringido. Así la autora retoma la idea de Lucio Kowarick sobre la ciudadanía privada ya que el espacio público es percibido como peligroso, sucio o pobre.
Secesión: Separación de una parte del pueblo o del territorio de un país para formar un estado independiente o unirse a otro estado.
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