Gorz: Miserias del presente, riqueza de lo posible
El autor entiende la globalización como una respuesta política por parte del capital a dos procesos: la crisis de gobernabilidad (confrontación de sectores subalterno) y la saturación del mercado. En cuanto a la primera, desde los ‘60 hasta los ‘80 surge un cuestionamiento al aparato institucional constituido para organizar y reproducir una determinada forma social en función del capitalismo fabril (crítica a la matriz productiva y cultural del capitalismo). Es decir, se cuestionan a las instituciones reguladoras y reproductoras de la sociedad. Surge una crítica a la sociedad organizada a través del trabajo rutinario burocrático cuyo objetivo era organizar la vida a través del consumo de masas homogeneizador (Estado keynesiano). De esta manera se da un agotamiento del panóptico como forma de control y surge un planteamiento de alternativas y la posibilidad de transformaciones que buscan satisfacer el deseo más allá de lo mercantil y monetario.
Paralelamente a esta crisis de gobernabilidad, los sectores ligados al capital ven en el Estado un límite para sus negocios. En la época de la posguerra este era visto como una herramienta técnica que ayudaba a la ampliación del mercado interno para el aumento de negocios de quienes poseían el capital. Sin embargo desde comienzo de los ‘70 el modelo económico keynesiano ya no era un modelo rentable debido a la saturación de los mercados internos. El capital tenía dificultad para reproducirse dentro de la órbita Estado-Nación. Así es que este es visto como una limitación/traba para la expansión del capital. De esta manera comienza una búsqueda de otra forma de organización social que no sea visible ni centralizada como lo era la del Estado benefactor aspirando a una forma de organización descentralizada y autónoma.
Desde esta perspectiva es que Gorz entiende a la globalización como respuesta política ya que es un intento de generar un cambio en la correlación de fuerzas donde el Estado ya no es garante de derechos para que los ciudadanos accedan al consumo masivo de productos que el capital producía. Surge una inversión en esta lógica. Durante el período de los ‘70-’80 se da un retrocedimiento de derechos y garantías para la imposición de nuevas formas de producción para el capital.
Estas nuevas condiciones sociales y culturales son impuestas por las clases dominantes a través de distintas estrategias. En lo que respecta al disciplinamiento social recurrieron a la desaparición de personas, la baja de salarios y al desempleo. En cuanto a la reconversión financiera, las corridas bancarias, la fuga de capitales y la consecuente dolarización de la economía sumado al endeudamiento externo, han aumentado el poder de la clase dominante y la sumisión de los sectores subalternos.
Este reacomodamiento de la correlación de fuerzas para Gorz comienza con la liberalización de los mercados donde el capital adquiere espacio global, que como señala Souza Silva en ¿Una época de cambios o un cambio de época? , genera contradicciones con el espacio local político (capital se globaliza-el trabajo se localiza). Este capital globalizado es producto de una nueva lógica proveniente de la revolución informática. La tecnología fue utilizada como recurso para la expansión global y el acceso de nuevos nichos de mercado donde encontrar materia prima y mano de obra más barata. Esto a su vez, aumentó la velocidad de la producción, el traslado y de las transacciones comerciales. Sin embargo para que la tecnología sea rentable fue necesario el reacomodamiento de la correlación de fuerzas explicado anteriormente.
Por otro lado dentro de esta reestructuración (reacomodamiento de correlación de fzas) se conformó una estructura estatal más pequeña que permita la circulación libre del capital: el Estado supranacional. Este tiene como agentes a trasnacionales como el FMI o el Banco Mundial cuya ideología está ligada al descrédito de lo público y lo político, a la desregularización y a la privatización. Esto lejos se encuentra de una idea de soberanía.
A lo largo de la década de los ochenta se impulsó la lógica de la flexibilidad de empresas y la llamada reingeniería (que Sennett explica en La corrosión del carácter). El propósito empresarial será aumentar sus beneficios recortando lo más posible sus costos y, dentro de estos costos se encuentran los salarios (“hacer más con menos”). A su vez se realiza una redistribución de abajo hacia arriba ya que lo que anteriormente eran costos salariales, ahora son ganancias para la gerencia de las empresas. Esto es símbolo de “eficiencia” lo que el mercado toma como buen signo. Esto provoca una subida de las acciones que le permiten a las empresas una mayor producción de dinero sin generación de productos. Esto es lo que se llama una caída en la producción y un aumento en la ganancia. Esta nueva forma de producción se despega de la lógica de la economía real y decanta en una economía predominantemente financiera que Gorz denomina como economía inmaterial.
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