Bauman: Globalización, consecuencias humanas

En un principio Bauman define al proceso de globalización como un proceso irreversible que afecta de igual manera y en idéntica medida a todas las personas. Dentro de este proceso de globalización, que si bien implica división y polarización, surge la aparición de dos tipos de sujetos: los globales (que contienen al capacidad de la movilidad física o virtual global) y los locales (que se encuentran adscriptos al territorio). Mientras que los globales tienen por cualidad esa “libertad” en función de su movilidad y la capacidad de generar y negociar valor, los locales están atados a su localidad que mantiene permanente un estado de penuria y degradación social. Es así que estos procesos globalizadores generan segregación, separación y marginación social ya que mientras las elites son cada vez más globales y extraterritoriales, el resto de la población se encuentra cada vez más localizada.
Dentro de este proceso de globalización, las manifestaciones culturales y la aparición de la producción de significados (productos, sentido y apropiación de esos productos) es cada vez más desterritorializada, es decir, cada vez menos ligada al territorio local/nacional. Para explicar esta idea sobre el territorio y la construcción de la espacialidad, Bauman diferencia dos períodos: Por un lado se debe estudiar la construcción del espacio dentro de la lógica del capitalismo fabril donde existe un rol fundamental del Estado que ordena los espacios y da coherencia delimitando el territorio a partir de la imposición de una medida universal y abstracta que mejora su control sobre aquel territorio. Esto le sirve además para la obtención de recursos. Este control es representado bajo la figura del panóptico que tiene por fin “vigilar y castigar” (Foucault). De esta manera el Estado “echa luz” sobre los territorios a su disposición para la cuantificación de sus recursos y el consecuente aumento del control. A su vez “oscurece” los mecanismos de poder, es decir, promueve la burocracia estatal que consiste en un sistema impersonalizado de las relaciones sociales institucionales. Estos mecanismos de control logran una internalización de la conducta, es decir, los sujetos actúan por temor al castigo. Esto configura una estructura de cuerpos y subjetividades dóciles.
Por otro lado, dentro del período de globalización existen nuevas formas de dominación/mecanismos de disciplinamiento. Bauman dice que si bien las bases de datos son un mecanismo de control no lo son en los términos del panóptico cuya idea consiste en organizar a la gente en un espacio artificial determinado (escuela, hospital, carcel, etc) de manera estática/quieta todas bajo control. Sin embargo las bases de datos consisten en una red informática que busca separar al potencial cliente del que no. Es decir, su función es permitir la mayor fluidez de los que tienen recursos para comprar y no permitir la entrada de los que no tienen.
 Bauman nos aclara que más que panópticos, hoy nos encontramos inmersos en sinópticos. Esto implica un mecanismo de dominación donde muchos observan a pocos. A diferencia del panóptico que actúa a partir del castigo, el sinóptico lo hace a partir de la seducción. Es decir, invita a copiar o absorber la conducta de los observados (famosos de instagram o televisión). Así busca una mayor identificación con los estereotipos (a su ves publicitados por los medios de comunicación). De esta manera su coerción es indirecta: el no consumir implica exclusión. Esta nueva lógica del espacio implica la integración de espacios locales como espacios globales (por ejemplo los shoppings). Además de una retracción de los espacios públicos que Bauman ejemplifica con la agorafobia que tiene por respuesta de los sujetos el encierro. Así se instala una intolerancia a lo distinto, al otro que refuerza el temor a lo público.

“Los nuevos panópticos de los que menciona Bauman como las tarjetas de crédito, las tarjetas de puntos de los supermercados, las bases de datos de éstas y las redes sociales, son elegidos por los vigilados. Los vigilados eligen revelar su información a cambio de tener acceso a “todo lo que merece la pena”. El terrorismo y las nuevas amenazas globales pueden ser excusa para ceder las libertades individuales a cambio de seguridad, el nuevo enemigo no es otra nación, está dentro.

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